viernes, 10 de mayo de 2013

Efraín Ríos Montt se declara inocente

EP“Nunca autoricé, nunca firmé,  nunca propuse,  nunca ordené que se atentara contra una raza, una etnia o una religión”,  aseguró  el exjefe de Estado.


El general José Efraín Ríos Montt, exjefe de Estado, a quien el MP acusa de los delitos de genocidio y delitos contra deberes de la humanidad, rompió ayer el silencio que durante 24 audiencias de debate mantuvo intacto. “Voy a contarles una historia”, dijo el militar sentado frente a los integrantes del Tribunal Primero A de Mayor Riesgo, y durante 51 minutos consecutivos dio su testimonio.


Evocando los enérgicos discursos que en 1982 pronunciaba tras el Golpe de Estado que lo llevó hasta el poder, el General alzaba la voz y levantaba el brazo con el puño cerrado y el dedo índice en dirección al techo de la Sala de Vistas. Después, la intención de su voz menguaba y hablaba más bajo. 

El exjefe de facto quiso consultar, entre otros documentos, el libro Soldados en el Poder, de Héctor Rosada, pero el tribunal le recordó que su declaración era libre y espontánea. “Entonces no lo puedo hacer libremente”, dijo. Jazmín Barrios, presidenta del tribunal, lo corrigió indicándole que debía hacerlo sobre lo que recordara. Ríos Montt hizo una pausa y continuó su declaración.

“A mí me llamaron para que me opusiera al régimen militar”, expresó el General dejando escapar la risa entre sus palabras. Se refería al gobierno de Fernando Romeo Lucas García, cuyo arrebatamiento del poder lo llevó a presidir el Estado en 1982.

Recordó que en 1974 perdió las elecciones, aunque aclaró: “Gané en las elecciones, pero desgraciadamente los diputados contaron los votos y perdí”. Después explicó que en 1982 los jóvenes oficiales que recién habían quitado el poder a Lucas García lo llamaron para que quedara al frente del Gobierno. “Me llamaron a mí no porque fuera bueno, sino porque el segundo y tercer comandante no aceptaron”, declaró y justificó: “Yo acepté por una razón: había que salir de la situación empantanada en la que vivíamos”.

En el poder 

Ríos Montt describió que la situación política de Guatemala en 1982 era seria. “La subversión estaba en el Parque Central ya lista para tomar el poder y el Ejército estaba con cansancio de guerra”, dijo ante el Tribunal. 

Según el militar, cuando tomó el poder, la fuerza armada estaba “cansada y enojada”, porque los jóvenes oficiales habían desplazado a las jerarquías superiores del Ejército, por lo que no existía unidad en esa institución.

“No podíamos respetar la Constitución porque todo era una podredumbre, todo se había caído solo”, explicó Ríos Montt al Tribunal y justificó que esa situación lo llevó a redactar, junto a su Gabinete, el Estatuto Central de Gobierno, que reemplazó a la Carta Magna. 

La guerrilla 

“Reconocimos que la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y sus grupos le declararon la guerra al Estado de Guatemala, y naturalmente hermanos contra hermanos no se van a la guerra, entonces había que declarar que había una guerra interna”, explicó el exjefe de Estado frente al tribunal. 

Ríos Montt enfatizó: “La más grande maldición que ha tenido Guatemala es la confrontación entre hermanos y parientes, eso se lo debemos a la honorable URNG”. Añadió que la subversión “no es cuestión de tiros sino de subdesarrollo, enfermedad, hambre y pobreza”.

Reconoció, además, que durante su gestión se intentó detener las acciones de la guerrilla, pero adujo que ese grupo “está capacitado para seguir la guerra porque siguen la teoría de Mao Tse Tung de que la paz es la guerra con otros medios”, añadió.

El Área Ixil

Ríos Montt dijo que, en 1982, el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) se asentó en el Área Ixil y eso generó que los pobladores se volcaran contra el Ejército. Con ello justificó que las acciones militares centradas en esa región buscaban recuperar la confianza en los soldados.

“¿Quién es el responsable del área ixil?”, se preguntó en auténtico monólogo. “El comandante de Quiché, o el comandante de Gumarcaj, o en última instancia el comandante de patrulla”, se respondió, aduciendo que no tenía responsabilidad directa en las operaciones militares ejecutadas en esa región. 

El acusado subrayó que la presencia del PGT en el Área Ixil fue la que generó las masacres que ahí se registraron, aunque no ahondó en detalles.

“Me declaro inocente, nunca he tenido la intención, el propósito de destruir a ninguna etnia nacional. Mi situación de Jefe de Estado fue específicamente retomar el rumbo de la nación, Guatemala estaba en el fracaso y la guerrilla en las puertas del Palacio”, concluyó. 

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